Cada vez más madrileños se ven obligados a compartir piso de alquiler para esquivar la crisis
Mar Abr 16, 2013 11:46 am
Cada vez más madrileños se ven obligados a compartir piso de alquiler para esquivar la crisis
Compartir un piso de alquiler ya no es solo cosa de estudiantes. La necesidad de ahorrar está ampliando el número de madrileños que se se ven obligados a vivir con otras personas, incluso con desconocidos. Al cierre de 2012, el portal inmobiliario fotocasa.es había registrado un aumento del 51% en la oferta de pisos para compartir en la región madrileña, con respecto al mismo periodo de 2011.
La previsión es que este fenómeno vaya a más: "La tendencia del primer trimestre de 2013 indica que la oferta de pisos para compartir irá en aumento a lo largo de 2013", añaden fuentes de fotocasa.es. Según su base de datos, durante los primeros tres meses de este año ya se han registrado un 54% más de casas para compartir que el año pasado en esas mismas fechas. En idealista.com, otro portal inmobiliario, confirman esta tendencia: "Cada vez hay más personas que ofrecen habitaciones en sus casas para compartir los gastos". Sus datos son muy similares a los anteriores: un 66,9% de aumento.
El principal motivo de este crecimiento tiene que ver con la persistencia de la crisis económica. "Vivir solo o en pareja es mucho más cómodo. Pero ahora se están estableciendo otras prioridades porque la necesidad obliga: lo primero es pagar el alquiler y llegar a fin de mes; la comodidad y la esfera de la intimidad quedan en un segundo lugar", explica el presidente de la Comisión de Valoraciones del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria, Francisco Sánchez.
De ahí que el perfil de las personas que buscan compañeros de piso esté cambiando. Hasta el momento, la convivencia de varios inquilinos en una misma casa era la alternativa principal para colectivos con bajo poder adquisitivo, como estudiantes universitarios, jóvenes que acababan de entrar en el mercado laboral e inmigrantes recién llegados a Madrid. Pero ahora la crisis ha golpeado a la clase media y se ha abierto el abanico de personas con dificultades económicas.
Según los registros de los portales de búsqueda de piso y del Colegio de Agentes Inmobiliarios, se ha incrementado la edad de la gente que ofrece su casa para compartir. De los veinteañeros se ha pasado a los treintañeros, e incluso hay muchas personas que superan los 50 años y buscan compañeros de piso debido a que se han quedado en paro, han perdido su casa o se han divorciado y necesitan rehacer su vida, explican los expertos en el mercado de la vivienda.
Habitación con derecho a cocina
También están optando por esta alternativa matrimonios de avanzada edad con problemas para pagar la hipoteca. "Son parejas de mediana edad cuyos hijos se han independizado y tienen habitaciones libres en casa. Todavía les quedan años para pagar la hipoteca, así que deciden alquilar esas habitaciones vacías a personas desconocidas, y con ese dinero sufragan el pago del piso", apunta Sánchez. "Se dan casos de jubilados con una baja pensión que ofrecen el alquiler de una habitación con derecho a cocina. Es algo que estaba extendido en España en los años 50 y 60, y ahora está volviendo", asegura el experto inmobiliario.
Este incremento de los alquileres compartidos está provocando un descenso de su precio. En el último año, las habitaciones se han abaratado un 8,3%, según datos de fotocasa.es relativos a marzo de 2013. En un piso tipo (de 90 metros cuadrados y situado en un barrio de clase media de la capital), el alquiler de un cuarto cuesta ahora aproximadamente 279 euros.
Almudena Ruiz, 27 años, en paro: "No pensé que volvería a compartir piso"
Hacía años que Almudena vivía totalmente independizada. Pero ahora, la falta de trabajo la ha obligado a convivir con otra persona: "Llevo un mes compartiendo piso con una amiga. Antes vivía sola en un piso de Prosperidad, por el que me pedían 620 euros más los gastos de luz, agua y gas. En aquel momento me lo podía permitir, porque era beneficiaria de la renta básica de emancipación y tenía un sueldo que me llegaba para pagar la casa", explica esta joven.
Sin embargo, la empresa para la que trabajaba entró en crisis y perdió el trabajo: "Me despidieron y ya no podía hacer frente al coste, así que decidí cambiarme de casa para reducir gastos. Ahora vivo con una amiga en una casa que nos cuesta 700 euros entre las dos. Cuando me independicé pensé que no tendría que volver a compartir piso nunca más. Por la experiencia que tengo de mi época de estudiante, convivir es complicado. De momento, en esta nueva etapa lo llevo bien. Y además, no me queda más remedio".
Compartir un piso de alquiler ya no es solo cosa de estudiantes. La necesidad de ahorrar está ampliando el número de madrileños que se se ven obligados a vivir con otras personas, incluso con desconocidos. Al cierre de 2012, el portal inmobiliario fotocasa.es había registrado un aumento del 51% en la oferta de pisos para compartir en la región madrileña, con respecto al mismo periodo de 2011.
La previsión es que este fenómeno vaya a más: "La tendencia del primer trimestre de 2013 indica que la oferta de pisos para compartir irá en aumento a lo largo de 2013", añaden fuentes de fotocasa.es. Según su base de datos, durante los primeros tres meses de este año ya se han registrado un 54% más de casas para compartir que el año pasado en esas mismas fechas. En idealista.com, otro portal inmobiliario, confirman esta tendencia: "Cada vez hay más personas que ofrecen habitaciones en sus casas para compartir los gastos". Sus datos son muy similares a los anteriores: un 66,9% de aumento.
El principal motivo de este crecimiento tiene que ver con la persistencia de la crisis económica. "Vivir solo o en pareja es mucho más cómodo. Pero ahora se están estableciendo otras prioridades porque la necesidad obliga: lo primero es pagar el alquiler y llegar a fin de mes; la comodidad y la esfera de la intimidad quedan en un segundo lugar", explica el presidente de la Comisión de Valoraciones del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria, Francisco Sánchez.
De ahí que el perfil de las personas que buscan compañeros de piso esté cambiando. Hasta el momento, la convivencia de varios inquilinos en una misma casa era la alternativa principal para colectivos con bajo poder adquisitivo, como estudiantes universitarios, jóvenes que acababan de entrar en el mercado laboral e inmigrantes recién llegados a Madrid. Pero ahora la crisis ha golpeado a la clase media y se ha abierto el abanico de personas con dificultades económicas.
Según los registros de los portales de búsqueda de piso y del Colegio de Agentes Inmobiliarios, se ha incrementado la edad de la gente que ofrece su casa para compartir. De los veinteañeros se ha pasado a los treintañeros, e incluso hay muchas personas que superan los 50 años y buscan compañeros de piso debido a que se han quedado en paro, han perdido su casa o se han divorciado y necesitan rehacer su vida, explican los expertos en el mercado de la vivienda.
Habitación con derecho a cocina
También están optando por esta alternativa matrimonios de avanzada edad con problemas para pagar la hipoteca. "Son parejas de mediana edad cuyos hijos se han independizado y tienen habitaciones libres en casa. Todavía les quedan años para pagar la hipoteca, así que deciden alquilar esas habitaciones vacías a personas desconocidas, y con ese dinero sufragan el pago del piso", apunta Sánchez. "Se dan casos de jubilados con una baja pensión que ofrecen el alquiler de una habitación con derecho a cocina. Es algo que estaba extendido en España en los años 50 y 60, y ahora está volviendo", asegura el experto inmobiliario.
Este incremento de los alquileres compartidos está provocando un descenso de su precio. En el último año, las habitaciones se han abaratado un 8,3%, según datos de fotocasa.es relativos a marzo de 2013. En un piso tipo (de 90 metros cuadrados y situado en un barrio de clase media de la capital), el alquiler de un cuarto cuesta ahora aproximadamente 279 euros.
Almudena Ruiz, 27 años, en paro: "No pensé que volvería a compartir piso"
Hacía años que Almudena vivía totalmente independizada. Pero ahora, la falta de trabajo la ha obligado a convivir con otra persona: "Llevo un mes compartiendo piso con una amiga. Antes vivía sola en un piso de Prosperidad, por el que me pedían 620 euros más los gastos de luz, agua y gas. En aquel momento me lo podía permitir, porque era beneficiaria de la renta básica de emancipación y tenía un sueldo que me llegaba para pagar la casa", explica esta joven.
Sin embargo, la empresa para la que trabajaba entró en crisis y perdió el trabajo: "Me despidieron y ya no podía hacer frente al coste, así que decidí cambiarme de casa para reducir gastos. Ahora vivo con una amiga en una casa que nos cuesta 700 euros entre las dos. Cuando me independicé pensé que no tendría que volver a compartir piso nunca más. Por la experiencia que tengo de mi época de estudiante, convivir es complicado. De momento, en esta nueva etapa lo llevo bien. Y además, no me queda más remedio".
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